Líder y liderado ®

Ser líder parece ser la llave para el éxito. Abundan libros, cursos, charlas y talleres que instruyen para serlo. Pero nada hay sobre el ser “liderado”, ni siquiera existe esa palabra en el diccionario.

Así como no sobran dedos en una mano, todas las funciones/roles son útiles para que un grupo de personas trabajen en equipo. Ser un buen líder es importante y necesario, tan importante y necesario como lo es ser un buen “liderado”. Uno y otro rol se complementan, ambos son imprescindibles para todo equipo o grupo que compartan el mismo objetivo. Sin embargo, a la capacidad de liderar se le ha dotado de un aura de prestigio y admiración, se lo ha embelesado exageradamente, esto hace que las otras funciones queden relegadas o vistas como un subproducto de escaso brillo.

Para equilibrar la balanza, es preciso valorar por igual cada tarea desempeñada en un equipo. Jerarquizar lo que cada uno aporta abre la posibilidad a que todos se enfoquen en dar el 100% de su potencial, así se evitaría padecer la exigencia de tener que adquirir habilidades que no se tienen.

Podemos aprender nuevas destrezas, pero no tenemos obligación de hacerlo. Por ejemplo: quien nace sin talento para ser pianista igual puede aprender a tocar el piano, pero una cosa es que lo haga porque disfruta hacerlo y otra si lo hace para cumplir con algún mandato o por la necesidad de reconocimiento. De igual manera, todos podemos aprender técnicas para ser un buen líder, pero quien quiera aprenderlas, que lo haga por gusto, no por la presión a ser quien no es o porque desprestigie no serlo.

Cada rol suma. Las recompensas, el prestigio y la admiración tienen que proceder menos del lugar que se ocupe y más de la capacidad de agregar valor.
Además del saber liderar, hay otras muchas habilidades imprescindibles que precisan ser jerarquizadas porque también son funcionales en un grupo de tareas. Por ejemplo: las relacionadas con el compromiso, la cooperación, la empatía, la comunicación, la plasticidad, la coherencia y la autenticidad.

En tanto seres singulares que somos, nacemos con talentos propios. Y quien más pleno se siente es quien más despliega su potencial, quien más a gusto se siente es quien mejor aportar su don a otros. Por eso que el equipo o grupo de trabajo más efectivo es el que facilita a cada uno de sus integrantes el despliegue de sus capacidades y el que aprovecha las habilidades personales en beneficio de todos.

Juan A. Currado

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