El dolor como aliado ®
El dolor reclama atención. Provoca que, sin pensarlo, llevemos allí donde más duele nuestra mano. Precisa que hagamos contacto con lo que dejamos de lado. Quiere ser figura, hace que todo lo demás sea fondo. Busca que reacomodemos prioridades. Nos empuja a restablecer el equilibro olvidado, aquel que perdimos cuando por poner exagerada atención en un lugar desatendimos otro. Pócimas y bálsamos pueden aliviarlo, pero no solucionarlo. Desatender su mensaje es no mirarnos, es querer seguir como si nada estuviese pasando, es continuar sin escucharnos. Sin embargo, el dolor, a su manera, es buen aliado.
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