Ante el dolor ©

La sola presencia de un maestro no alcanza para que el alumno aprenda. De igual manera, la sola presencia del dolor no asegura el aprendizaje. En uno y otro caso se requiere, además: Admitir no saberlo todo. Querer aprender. Reconocerse con capacidad para hacerlo. Confiar que, tras lo aprendido, se acceden a recursos antes ignorados. Y, sobre todo, aceptar que ambos pueden hacernos ver lo mejor de nosotros.

Al igual que ante un maestro, si hay dolor, podemos pasar por él sin haber aprendido nada… o podemos salir más sabios.

Juan A. Currado

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