Necesidad de co-incidir ©
Todos sabemos del deseo que nos impulsa a sentirnos íntimamente vinculados a alguien, ligados a algo más grande. Como si intuyéramos de la Unidad de unos con otros, como si tuviésemos cierto atisbo de que somos aspectos singulares de la Unidad. Por múltiples motivos necesitamos de los demás para convertirnos en personas, para re-crearnos en la convivencia dentro de una realidad compartida.
Dicha necesidad deriva en conflicto cuando el estar junto a otros tiene por requisito que coincidan nuestros sentimientos/pensamientos/acciones con los sentimientos/pensamientos/acciones de los demás. Una pronta salida a este conflicto es intentar abolir las diferencias apelando por ejemplo a la seducción, al convencimiento, a la manipulación, a la amenaza o el uso de la fuerza. Sin embargo, estos son recursos de un nivel cognitivo tan simple y básico como contraproducente, es cómo querer tirar unas piezas de un rompecabezas por el sólo hecho de no saber cómo ensamblarlas con las otras. Una solución más compleja y evolucionada, pero también más constructiva, es la de integrar y complementar las diferencias en una realidad más rica e inclusiva; así no sólo que resultaría innecesario forzarnos en suprimir las singularidades para sentirnos parte de otros, sino que sería bienvenido el aporte único que cada uno puede hacer desde su singularidad.
Si el tiempo, empeño y energía que ponemos en invalidar las diferencias lo pusiésemos en descubrir como complementarlas… seguramente que tendríamos vínculos más saludables, familias más integradas y conviviríamos en sociedades más prosperas.
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