¿Hay que sentar cabeza? ©
En algún tiempo remoto… se originó la creencia de que no podemos estar jugando todo el día, que hay que dejar de jugar porque ya es hora de aprender y de “sentar cabeza”. Sin embargo, de niños, aprendimos jugando – ¡y aprendimos un montón! – cuando nuestra cabeza iba de un lado para el otro, en vez de quedarse sentada. Así que, no es cierto que haya que dejar de jugar para aprender. No subestimemos el inmenso potencial de la capacidad lúdica. El dejar de jugar para aprender, más que condición para el aprendizaje, es indicador de la incapacidad que los adultos tenemos para encontrar nuevas formas de seguir aprendiendo jugando.
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