A la altura de las circunstancias ©
Un problema puede parecer mucho más grande de lo que es cuando uno se achica ante él. Y se achica quien no tiene en cuenta la cantidad de dificultades que ya supo resolver en el pasado, quien no reconoce sus aciertos anteriores y quien no ve cuanto lleva aprendido… aun de sus errores.
El tamaño que se le asigna a un problema es relativo a la percepción que se tiene de la capacidad para afrontarlo. Distorsionamos dicha percepción cuando sólo contamos las imposibilidades y los fracasos. En cambio, tenemos un criterio de realidad más ajustado, si también sumamos la cantidad de problemas que ya antes supimos resolver, si capitalizamos lo que aprendimos a través de ellos en el pasado y si, sin agrandarnos ni achicarnos, confiamos en que encontraremos la manera de estar a la altura de la circunstancias.
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