“Disculpame, me equivoqué” ©

Nadie se equivoca a propósito. Siempre hacemos lo que consideramos mejor de acuerdo a nuestra visión del mundo, según los recursos externos e internos que disponemos en cada momento. ⁣

Cuando el resultado de lo hecho es distinto al esperado y constatamos que dicho resultado es efecto directo de nuestra acción… nos damos cuenta de la equivocación. Es entonces que podemos descubrir lo que ignorábamos y realizar el aprendizaje que inicia el camino hacia la corrección. ⁣

Decir “disculpame, me equivoqué” es un acto de honestidad. Es más fácil asumir el error cuando esa honestidad es valorada por el otro. Y cuanto más valorada es… más se fomenta la honestidad también con uno mismo. Por el contrario, castigar el error, como si la equivocación hubiese sido a propósito, es una incitación a la mentira y a eludir responsabilidades. ⁣

Si en los vínculos, en las aulas y en los trabajos no condenásemos a quien se equivoca y si en cambio felicitásemos a quien tiene la honestidad de reconocer su error… es muy probable que la honestidad sería un valor, que se recurriría menos a la mentira y que siempre se vería la posibilidad de aprender a través de una equivocación.⁣

Juan A. Currado

© Registro Propiedad Intelectual. El texto “Disculpame, me equivoqué” puede compartirse únicamente citando a su autor: Juan A. Currado. No puede difundirse con el material modificado. Ni debe ser utilizado con finalidad comercial.

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