Atención sanadora ©

Allí donde está la atención va la energía. Podes hacer prueba: Durante tres o cuatro minutos llevá tu atención a cualquier parte del cuerpo que sientas tensa, no hagas nada más que eso, no hace falta que te muevas, quedate quieto atento a esa zona… sin juzgar como “bueno” o “malo” lo que está ocurriendo… notarás que el cuerpo comienza a acomodarse solo… a relajarse… tal vez el cambio sea mínimo por hacerlo apenas unos minutos, pero alcanza como prueba de que la sola presencia de la atención hace que el cuerpo active su capacidad auto-sanadora.

La energía dirigida con nuestra atención activa la energía estancada que hay en la zona afectada, haciendo que vuelva a fluir y reconectarse con la del resto del cuerpo. Desde la Medicina Tradicional China se dice que cuando la energía (chi) fluye hay salud y que cuando el flujo de energía se detiene hay enfermedad.
Esto que ocurre en nuestro interior también sucede cuando ponemos atención en otra persona.

Acostumbramos pasar por alto el poder que la atención sincera (libre de prejuicios y directivas) tiene en las relaciones. Sin embargo, a todos nos gusta que nos presten atención sin juzgarnos, que nos reciban con lo que nos pasa, que estén presentes sin la pretensión de cambiarnos, que nos acompañen en el sentimiento. Cuando eso ocurre nos reconforta, nos hace bien.

Estamos donde está nuestra atención y nos unimos a aquello donde ponemos atención. Igual que ocurre con el cuerpo, al poner atención en otra persona re-conectamos la propia energía con la del otro. Así conformamos un mismo campo energético. Esa re-unión es la esencia de la sanación; tiene que ver con re-ligar, con facilitar el que vuelva a sentirse parte.

Puede que la sola atención no alcance a la hora de ayudar, pero, si primero no hay conexión mejor no hacer nada. Porque la experiencia de unión reduce las consecuencias de una acción equivocada y amplifica los efectos de la acción acertada.

Juan A. Currado

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